domingo, 22 de agosto de 2010

Sin sentido



Abortos de escritos, de actos, de proyectos.
Cadáveres que se niegan a dejar de sangrar y sangre que se niega a pudrirse, o sangre que se niega a dejar de correr y cadáveres que se niegan a pudrirse. Decididamente mi cabeza es un matadero, un muladar sangriento.
¿Y acaso valgo algo? ¿Valer o costar? Espero que sea lo primero, porque, para ser sincera (y puede que lo sea) yo misma me tengo en invaluable. Sí, invaluable, tanto más si el resto del mundo opinara diferente, como de hecho hace. Pero... ¿costar? Nada en el mundo cuesta nada, y yo... nada. Nada en absoluto. Nada, al menos, que no pueda ser pagado... porque así es como funciona, ¿no es así? ¿Eso me convertiría en prostituta? ¿No podríamos usar una palabra más estética? Evat! me parece que he obviado mis caprichos. Capricho grabado sobre mi puerta. Muchos de ellos, valiosos; algunos más, bastante costosos. Considerándolo, es posible que cueste más de lo que debería. Costar no es deseable, de suerte que debiera abaratarme. ¿Eso me convertiría en una ramera? Tal vez no me sea posible bajarme de cortesana.
¿Algo que vale nada puede costar? Tal vez. Pensemos en el orgullo. ¿Acaso cuesta algo? Orgullo y otras cosas de valor. La belleza. Una paradoja. La rareza y el artificio; paradojas. Algunas baratijas disfrazadas de lujos: Artificio. Nada mal. La viperina cortesana caprichosa e inútil no está tan mal… nadie conoce el valor… Pero ahora mismo me desespero por un poco de Absenta con todo su ritual laqueado de poesía y decadencia. ¿Cuánto vale…? … ¿…Callas? …Entonces, ¿cuánto cuesta una botella de Absenta? …Vaya… no tengo esa cantidad… Pero al menos puedes decir mi precio.


ARTificial Absinthe

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